EL BARCO PEQUEÑO QUE AMABA LA NAVIDAD
breve sobre el viaje
de la solidaridad,
del amor,
de
nuestros sueños
En un patio de una escuela
primaria hace muchos años:
- Vete de aquí, ladrón, tú les robaste Spyros, tú, tú.
- Vete, idiota, piojo rubio, tu ropa huele mal.
- No queremos tontos como tú en nuestro equipo.
- ¿Dónde está tu
padre, idiota? Te dejó, por eso nunca lo hemos visto.
- Spyros es bastardo, Spyros es bastardo.
- Vete, vete, dadle golpes, jejeje.
Donde el escritor habla:
Si pudiera sentirse, se sintiera en su mástil alto el
aire que bajaba pesado de las laderas de las montañas, la nieve que había caído
sobre su marco ligeramente última noche. Se pudiera escuchar, escuchara la
canción áspera de Vardaris, cuando empuja nubes heladas en un viaje
desconocido, muy lejos. Si pudiera mirar, viajara al infinito azul del mar en
los dulces días del verano, mirara extasiado las innumerables luces del cielo
en las noches heladas del mundo. Si tuviera un alma y se enfrentara a la
muerte, entonces su nave estaría perpleja, perturbada y aterrorizada por los
misterios del universo. Entonces no descansara. Caminara entre estrellas que
crean innumerables galaxias, buscara en la tierra, en el cielo, en colores, en
sonidos, en olores, un signo, una imagen, algo que revela el rostro del Dios.
¿Pero cómo ver y sentir un metal? Es una construcción
inanimada sin carne y alma, que fue esculpida por una mano humana, un mineral a
que el fuego dio una forma perecedera. Esta es una verdad que aguanta la
realidad, que habla a la lógica y acepta la mente, que se ajusta a la ciencia
loable. ¿Hay otra verdad? Quizás, pero solo unos pocos la creen. Ellos son los
que sienten más allá de los sentidos comunes de la mente y escuchan melodías
secretas y están fascinados por las maravillas de la naturaleza. Aquellos que
ven nuestro mundo no solo como todos, sino también con la mirada del alma.
¿Eso Sucede? ¿Pero cómo puede suceder? ¿Cómo es posible
que un barco pequeño de metal hable y escuche el aire y las nubes, el sol y los
árboles, las existencias vivas en la tierra y en el aire? Y no solo hable, sino
también se pregunte durante las horas interminables de su soledad al lado de la
pared del mantra, pregunte el olivo viejo que lo protegía del sol rudo con sus
hojas verdes y plateadas, la mariposa en su danza efímera, la golondrina antes
de continuar su viaje eterno...
"¿Qué tipo de barco yo debería ser? Un barco que
nunca ha tocado el agua, ¿puedes llamarlo un barco? Que una vez no hice un
pequeño viaje al azul del mar. Siempre era en la tierra, siempre adornado con
linternas blancas, aquí están las que tengo apagadas aquí, durante mucho
tiempo".
Donde el alma
del barco narra:
Las horas, los
días, los inviernos interminables y los veranos calurosos del aislamiento eran
difíciles de pasar. He estado esperando en vano durante muchos años en esta
parcela. La soledad es una cosa fea, insoportable de olvidar cuando has
aprendido a brillar en frente a todos. Mi existencia de hierro durante años se
marchitó desprotegido en los tiempos, apiñado entre un almacén vacío y una
pared sin pintar.
Este invierno esperaba que no me olvidaran, lo decía
todos los días en el olivo, eso no podía suceder de nuevo. La parcela en que me
habían dejado era en lo alto al pie de la colina de los cedros. Desde allí
podía ver la ciudad entera desde Pylea hasta los brazos imponentes de las grúas
portuarias.
El invierno había llegado temprano aquello año y la
primera nieve que cayó a principios de noviembre selló su llegada. Pasaba el
tiempo y acercaba la Navidad, en los últimos días en la ciudad se decoraban las
calles, los árboles y los escaparates. De vez en cuando encendían nuevas luces multicolores
en algún lugar, en un momento estaban brillando en un departamento del centro y
en otro, brillaban en la ventana de un centro comercial. Algunas veces los veía
parpadear en un gran jardín de una hermosa casa en la ladera. Pero también
fueron ellos los que brillaron en un callejón oscuro, en el pobre semisótano, donde
pintaban las persianas rotas, las paredes húmedas, la pobreza indecible de la
gente.
Constantemente esperaba y ansiaba el momento en que vería
la gran grúa. De repente me subía en la parte trasera del camión que siempre
rugía furioso por mi peso como si partiera hacia la plaza Aristóteles. Pero no daría
atención a los nervios de este camión, porque al rato los electricistas me
rodean con sus destornilladores y pinzas. Mis gruesos mástiles y velas subirían
rápidamente y todos los cables y lámparas estarían conectados. Estaría de pie orgulloso
como Grecia, como su marinería, frente al alto árbol de Navidad con sus miles
de luces. Con una sola pulsación del interruptor brillaría por mi alegría y
durante un mes entero estaría allí adornado, pleno de luz, para ver a las familias,
a las parejas, a todos aquellos que buscaban a vivir unos momentos felices bajo
de mi luz. ¿Quién sabe en cuántas fotos estaría en la plaza festiva durante tantos
años, esparcidas hasta los confines del mundo?
A altas horas de
la noche desde mi parcela, miraba al fondo las pocas luces de la ciudad, el mar
que se unía en el fondo con el cielo y sus estrellas. La absoluta soledad que
trae recuerdos recordaba las vacaciones, la plaza. Cuando avanzaba la noche y
la gente se iba, podía escuchar. Escuchaba hasta la mañana siguiente el suave
chapoteo del mar que estaba muy cerca de mí. Cuando la madrugada se acercaba, las
siluetas de los barcos se aparecían tímidamente. Las luces de las cubiertas de
los barcos viajaban débilmente a través del vapor del mar hasta la plaza.
Detrás de ellos, el Olimpo cubierto de nieve es enorme frente a ellos, pero
también insignificante bajo el azul profundo, a los pies de las Plèyades y
Venus. Estaba feliz en la plaza pero también estaba celoso de esas bestias
viajeras que descansaban en Thermaikos. Deseaba sus viajes a tierras lejanas, a
los grandes mares. Yo nunca me había sumergido en agua salada, solo la caricia
de la lluvia me había tocado. El constructor naval que me había construido no
me dio más que un casco fuerte, sin quilla, arrecifes y volante.
Un año más el círculo se llenó y volvieron los días
felices que traían la Navidad. La plaza fue decorada por innumerables luces,
juguetes y caras felices. Han pasado el Año Nuevo y la Epifanía y yo siempre
estoy junto al almacén vacío, siempre monje, siempre en la oscura.
***
El comienzo del invierno trajo em siguiente una primavera de febrero, furiosa. Dios floreció de nuevo a través del blanco del almendro, del amarillo de las pobres flores del campo. Como todos los años, la creación se decoró y llenó de verde y amarillo, de rosa y rojo, con colores incomparables y aromas embriagadores. Mi casco gris estaba iluminado por las flores, el metal helado fue calentado por la calidez de los colores y los gorriones tuiteaban a mi dulcemente sus melodías. Un día tan primaveral, las puertas del almacén vacío se cerraron de golpe con ruido y los artesanos abrieron con sus asistentes, sus herramientas y sus materiales. Trabajaron rápido y después unos días todos estaban listos, todos en su lugar. La antigua chimenea de la industria se pintó con diseños alegres y el almacén se dividió uniformemente en habitaciones. Paredes felices, bancos, mesas, sillas, juguetes, alfombras y almohadas de colores, luces, computadoras, todos estaban listos para recibir a los niños.
Inicialmente vi a Maria, la educadora especial de Mytilene. Estaba explorando el área fuera de las aulas y cuando se volvió desde el lado del almacén se cayó frente a mí. Me reconoció desde el principio a pesar de que todos mis aparejos y tubos de luz eran un enredo travieso arrojado al casco. Sus voces y exclamaciones me trajeron a su director, la trabajadora social, la psicóloga, la enfermera de la escuela, los terapeutas del habla, los terapeutas ocupacionales y los otros maestros. La verdad es que nunca me había visto de cerca, pero recordaba de su infancia los reportajes en televisión sobre las celebraciones de Navidad en Salónica.
- “¿Cuántos años está
aquí?” María preguntó.
- “Sí, no recuerdo cuántas navidades non fue decorado y
es una lástima, definitivamente es un montón de gastos para bajar a la plaza,
por eso lo olvidaron aquí. Sinceramente, no puedo pensar nada más para este
hermoso barco”, respondió el terapeuta ocupacional, Jakovos. Así fue como María
se enteró de mi historia. Mi imagen la entristeció y les dijo a los demás que
un barco pequeño tan bonito era un gran error estar ahí desprotegido y oxidado.
El jardín infantil especial y la escuela primaria para niños
con autismo se habían alojados en el almacén industrial. Para María, este fue
su primer año en Salónica después de dos años de servicio en Atenas, recién
salida de la escuela, un título en semántica y el método Braille. Esta
profesión le convenía, era una persona especial, tierna y compasiva, ganaba la
simpatía de los niños con una sonrisa, les brindaba generosamente todo su amor
y atención. Con sus ojos nos encantaba, se imaginaban como si en ellos se
hubieran anidado todas las bellezas y todos los colores del mundo. Y sus padres
la amaban y estaban contentos de que ella y los otros educadores estuvieran
cerca de sus hijos, en la difícil lucha de sus vidas.
Desde el primer momento en que me vio nació un sueño en
el alma de la isleña. Fue muy difícil, pero lo intentaría, se lo había
prometido a ella misma, a mí, pero sobre todo a sus hijos. Primero envió una
carta maravillosa al alcalde, escribiéndole las razones y pidiéndole que donara
el bote a la escuela. Después pocos días, el alcalde, emocionado por su
mudanza, respondió que luego de la aprobación formal por parte del concejo
municipal, el municipio con mucho gusto lo donaría a la escuela y estaría cerca
de ellos para lo que pudiera ser de utilidad. María obtuvo mucha satisfacción, pero
aún quedaba mucho por obtener hasta que su sueño se hiciera realidad. ¿Quién
sabe cuánto dinero necesitarían y dónde lo encontrarían? No solo, pero muchos
otros problemas se habían que resolver, algo que la hacía muchas veces dudar a
menudo, perder su coraje. Muchas tardes después de que los niños se fueran,
venía y me miraba, contaba, monologaba.
Pasó un año con todos estos, pero no fue como los demás,
no me sentí triste ni soledad. Con la ayuda y la paciencia de María los niños
en su rutina estricta repetitiva lentamente tímidamente acostumbraban a venir
al lado de mí. Ahora me habían sacado de mi posición antigua. El alcalde ayudó
y de nuevo me veía como barco, los mástiles se elevaron y me colocaron frente a
la escuela, sobre mí estaba ondeando la bandera más hermosa, la bandera
colorida de nuestra escuela. Todos me querían, todas las mañanas los adultos me
saludaban y los niños me llenaban de sonrisas y algunas veces pronunciaban dos
palabras agudas "barco" "viaje". Sus caritas miraban a mí
con tanto amor, que algunas veces creía que romperé de emoción. Fue mi primera
Navidad con estas criaturas maravillosas cuando me decoraron con colores
hermosos, con adornos hechos de sus manos y cuadros llenos de emociones.
Brillaba de mi alegría, más que mis luces eléctricas.
En la primavera, un año después de que nos conocimos,
María había esforzado mucho, pero podía ver solo obstáculos. No quería darse
por vencida, pero estaba más allá de su poder. Su sueño, el nuestro gran sueño,
viajar al mar, hacer juntos el viaje de la humanidad, de la solidaridad, de la comprensión,
se desvanecía. Pero como si todas las esperanzas se extinguieran, las
esperanzas de un lucho puro, entonces es en la mano del Creador inclinarse
sobre la tierra para ayudar.
Donde el alma de
Maria narra:
Spyros,
un hombre de cuarenta y cinco años, con un hermoso cabello corto y rubio,
capitán de la marina mercante, conducía su coche fuera de la escuela. Por
encima de pared vio el alto mástil de un barco y una bandera que parecía a él
extraña, porque no había visto una mesma nunca. Inmediatamente atrajo su
atención y se preguntó a qué barco pertenecía. ¿Qué buscaba en ese lugar? Se
detuvo a verlo, pero encontró las puertas encerradas y se ha ido sin poder
echar un solo vistazo.
Yo había
caído en melancolía en aquellos días, había pedido ayuda desde donde podía,
pero los problemas eran muchos. Cómo puede hacerse un barco este casco de
hierro. El dinero era un obstáculo, pero no solo eso. Además, necesitaba un
hombre que supiera, que pudiera superar todas las dificultades, que
lamentablemente fueron muchas. Licencia de crucero, seguro e interior protección
y autoridades portuarias y de amarre y en Grecia de la crisis cómo hacer todo eso
es todo…
El
día en que conocí a Spyros, los niños habían acabar las clases y yo estaba
sentado sola, delante de nuestro barco pequeño. La brisa que soplaba tenía un
dulce calor y se esparcía por todas partes los aromas de las flores
primaverales. Los niños habían ensartado en él las pinturas que hicimos, las
pinturas de la naturaleza que despierta del profundo sueño del invierno. Yo era
triste que nuestro sueño se haya perdido. Pero Spyros, curioso por naturaleza,
volvió a buscar para finalmente poder ver nuestro barco, dijo después que eso
es perversión profesional. Ahí bajo su sombra nos conocimos por primera vez y
aunque éramos dos extraños, hablamos por una hora. En su rostro encontré al
aliado que necesitaba, el hombre que traería el sueño a la realidad.
Andreas Theodoridis constructor y armador. Él el hombre rico que comenzó su vida en casa pobre de refugiados de sus padres en una playa cerca de N. Moudania, fue el primer empleador, pero también después un buen amigo de Spyros. A él acercó desde el primer momento porque sabía bien con qué hombre estaba hablando. Y no se equivocó como si escuchara de los labios de Spyros sobre mi sueño, sobre el barco pequeño de solidaridad, sobre mis maravillosos muchachos. Sin muchas palabras Andreas Theodoridis, el hombre quien en su vida entera trabajó duro para resucitar su familia y luego para ofrecer a ellos todos que aquello no tenía, dijo dos palabras honestas:
"Lo
haré fuerte y viajero, antes de cerrar mis ojos dejaré a la sociedad una
heridita para mi nombre, para los que han fallecido y los que vendrán, para mi
familia entera. Todo lo que te pido, Spyros, es que usted sea el capitán".
Él sabía
bien, en su mente no había otro más adecuado para este barco pequeño. Spyros no
nació rico. Su padre quizás sea un ruso que su madre conoció en el bar donde
trabajaba, pero tal vez. Su madre, en los pocos momentos que non era borracha, fue
inmerso en un mundo gris y de melancolía. Una noche, cuando Spyros tenía diez
años, recuerda que su madre llegó a casa con dos policías. Estaba borracha, la
sangre manaba de su mano derecha, echó una mirada a él y se dejó caer en su
cama. A la mañana volvieran los policías de nuevo y preguntaron el niño. Ella agarró
a Spyros en sus brazos, lentamente pasó su mano alrededor de su rostro y puso su
mano en su pelo, lo apretó como si quisiera arrancarle un mechón, "Mejor
así" le dijo y le indicó que se fuera con ellos. Spyros siempre recordará la
alta puerta, la oficina, la dama amable con el cabello rubio bien peinado y las
rojas gafas gordas. Ella le preguntó si quería ir a una hermosa casa donde lo
cuidarían y comerían cada día comida deliciosa. Él aceptó de inmediato de todos
modos ayuno deambulaba en el barrio con algunos muchachos mayores que lo
metieron en problemas, en la escuela nadie lo quería como amigo, todos lo
llamaban mentiroso, ladrón, idiota. Pero la vida pareció honesta con él y le
dio ese todos que debía. Pasó hermosos años en la Aldea Infantil SOS con sus
otros hermanos e su madre hijastra, la señora Voula. Esta mujer amó a Spyros,
como los otros muchachos en la aldea, como a sus hijos verdaderos, Thanasis e
Vagelis, sus capitanes. Era para él como una madre verdadera, estaba ahí como
la necesitaba para su escuela, como era quemando por fiebre. Un niño
inteligente, le fue bien en la escuela y cuando creció y terminó la escuela
secundaria, lo envió junto a sus capitanes y lo aceptaron como su hermano, lo
estudiaron y se convirtió en un capitán en las naves comerciales.
Theodoridis
no encajaba en el trabajo, cuando llevaran la nave de hierro al patio, empezó inmediatamente
trabajar. Cuanto lo vio, sonrió, recordó la foto en su cajón, la única que
tenía desde Navidad˙ estaba en Aristóteles con sus nietos en frente a este
barco brillante. Pero ¡que extraño! Aunque era tan angustiado, con las luces
apagadas, le daba la impresión de que era más brillante ahora que en Navidad.
Todos estos eran lindos, pero ahora el ornamento de la Navidad debe estar una
nave, pensó, la verdad era que era un gran barco. Llamó a todos sus asociados y
se encerraron en su oficina para hacer los planos de la nave. No quería
borradores, era muy importante para él hacer lo mejor, sin contar dinero, fue
su legado en la patria. Pero no el legado del viejo, del rico, fue el legado
del niño refugiado y sus antepasados que lucharon duro para resucitarse en estos
suelos, en estas aguas azules.
Sobre
Tesalónica los dulces olores de la primavera y la cálida caricia del sol
coincidía con la bruma suave de la atmósfera y enfatizaba la grandeza de los
días della Pasión Santa. El patio estaba abierto en esta Semana Santa, era la
primera vez en que este sucedía. Tenía la costumbre de no levantar ni un
destornillador en esos días, pero el barco pequeño de la Navidad, como la
habían bautizado, tenía que estar preparado para la Pascua y Cristo seguramente
le lo perdonaría. Señor Theodoridis había sugerido que el primer viaje del
barco tuviera lugar a la medianoche, en la Resurrección. Esta cosa tenía su profundo
simbolismo según el constructor de buques. Solía decir que el sacrificio del
Novio en la cruz es el acto más grande de amor. La resurrección de Cristo es un
nuevo comienzo, una victoria no solo contra la muerte sino también contra toda
aflicción de la humanidad. Afortunadamente, al menos las herramientas se
silenciaron, se apagaron los quemadores de oxígeno, habían logrado hacer todo
el trabajo de hierro y ahora se quedaron solo algunos detalles técnicos y la
última capa de pintura.
El
Viernes Santo todos estaban listos, el barco pequeño, el equipo, los permisos,
todos en la perfección. En todo el país, en las islas, en las llanuras, en las
altas montañas, desde las ciudades hasta los pueblos más lejanos, las campanas
sonaban lentamente, sus sonidos eran prolongados, llenos de desbordamiento y melancolía.
Los cristianos eran ríos humanos y fluían en los epitafios fragantes que la última
noche las niñas habían adornado con todos los colores de la tierra. Pero, este
año en mi alma solo la esperanza y la felicidad tenían un lugar. Cuando Spyros
vino a recogerme, no podía esperar para llegar al patio. Cuando me paré en frente
a nuestro barco pequeño, no podía creer lo que veía, lágrimas de alegría e un agradecimiento
inmenso a todas estas personas que trabajaron, me inundaron.
Donde el alma de
Spyros narra:
En la tarde del Sábado Santo justo antes al anochecer estalló una tempestad inesperada con fuertes vientos. Colgó un rato y después de que Dios lavó con su ira los pecados del mundo˙ como ahora recuerdo donde Fotis, el sacerdote viejo, nos decía en la aldea de los niños, el clima se calmó bruscamente. Cuando esto sucedió, las gaviotas se levantaron y gritaban alegremente, sobre nuestras cabezas. Dentro en nuestro barco pequeño éramos bien protegidos del clima en el puerto del grupo naval, junto a la iglesia del mar de Ai Nikolas. Theodoridis había hecho trabajo maravilloso, convirtió el barco hueco en un velero hermoso, el barco pequeño de Navidad, en la "Argo" arrogante, todos listos para una nueva campaña, no para la guerra sino una campaña solidaria...
Cuando
aparecieron las estrellas, no había ni una señal de nubosidad, solo el erizo de
mar inflaba las velas. A altas horas de la noche los coches habían dejado de moverse
y las calles de la ciudad fueron inundados por las multitudes de personas que
bajaban a las iglesias por la Resurrección. Caras felices, todos tenían su
alegría, yo mis propias razones de felicidad. Estaba pensando para mí mismo
este año, qué suerte tuve. Pascua del año pasado en esos días fuimos con el
petrolero en un gran puerto en el centro de Java, que se llamaba Semarang. Allí
en los países extranjeros, un extranjero entre los extranjeros extrañaba Grecia,
su luz, su primavera. Me aburrí viajar a los confines de la tierra y no tener
nada que esperar, una mujer, una sonrisa infantil esperándome en casa. Pero
esta Pascua tuve a María a mi lado, esta chica maravillosa, cómo nos
emparejamos. Por ahora teníamos un propósito y nos le dieron completamente,
pero yo también esperaba sobre nuestro futuro común...
Desde
las 11.00 toda la zona se llenó de gente. Padres de nuestra escuela – ahora era
también mía - con nuestros hijos que brillaban de alegría por su barco, por su
bandera que también se convertiría en la bandera de todos los niños del mundo.
Pero otros niños pequeños y adultos también habían venido que estuvieron en
Salónica durante el año de la juventud. Eran de las escuelas primarias, escuelas
secundarias y liceos. Todos eran allí para ver que el amor del corazón de la
maestra María era suficiente para transformar el barco pequeño abandonado de
Navidad en el velero de la esperanza, de solidaridad, de amor.
Hace
mucha hora habíamos salido a Golfo de Salónica, en un lugar donde la multitud
no podía vernos. Sobre Argo hoy había tres capitanes, conmigo y mis hermanos
Thanasis y Vangelis que yo respetaba mucho. Hermanos, no de sangre, sino de
alma, el honor que vinieron con nosotros era grande. Allí estaba señor
Thodoridis también, el niño refugiado de Asia Menor. Lloroso sostenía a su hija
Eleftheria en un brazo y a María en el otro, que había amado como su hija
segunda, todo este tiempo. En el silencio de la noche el anciano hombre entre
lágrimas de alegría, estaba mirando la hermosa Salónica que, como dice Kavvadias,
"ella necesita el bote". Después miró hacia las estrellas de donde
estaban mirando a él orgullosos sus abuelos y padres y su esposa amada. Gracias
a Dios su fortuna era muy grande, había decidido construir una nueva escuela
para los niños con habilidades especiales y cualquier otra cosa que pudiera
hacer hasta que cerró sus ojos, hasta que llegar a las estrellas él también.
La
Resurrección llegó, llegó con un estallido, con clics y destellos, con una luz
de esperanza y sonrisas, muchas sonrisas. Nuestro barco pequeño apareció detrás
de la iglesia pequeña, brillante con su cuerno sonar largamente, festivamente.
Llegamos entre "Cristo ha resucitado", la Luz Increada y los ruidosos
destellos de fuegos artificiales. Todos nos saludaban, aplaudieron por ¨Argo¨,
por las pinturas grandes, que adornaban las velas y todo el barco. Argo los
unía, unía las voces, las almas, las personas. Las caras de los niños se
iluminaban y podías ver niños que no podían levantarse de sus sillas de ruedas,
pero parecían que mas alto que los otros. Niños que no escuchaban, no hablaban,
pero sus ojos arrojaron chispas de esperanza. Niños que no podían ver, pero
sentían Argo en todo su esplendor como si la estuvieran viendo en frente de
ellos.
Sobre
la arena en frente de la orilla los compañeros de María habían colocado barcos
pequeños, las miniaturas de Argo. Los niños dejaron a sus padres y vinieron a
recoger en sus manos un barco pequeño cada niño, para dejarlo sobre la espuma
dando una promesa.
Cuando amaneció la Pascua alrededor de Argo, innumerables barcos pequeños de madera esparcidos por la bahía llevaban los pocos versos y la promesa de los niños que gobernarán la mañana. Una promesa de amor, humanidad y solidaridad ...
En la brisa ligera
abriremos
la vela florecida
de
la primavera.
Detrás
de nosotros la tierra
saludará
con una sonrisa
de madre.
Los
mares en las finales
de
la tierra sarán decorados
con
jazmines del mar.
Con
la nave
de
los nuestros sueños
navegaremos
en sus aguas
azules.
Yo,
un muchacho solitario
del
mundo,
con
una sonrisa dulce
Te
esperaré
en
la proa del barco.
Gracias
al poder del amor una joya abandonada que nunca viajaría por las mares hizo
realidad su sueño con la bandera de la solidaridad. Un niño – paria, que crecía
sin cuidado y al final terminaría como una otra triste historia, se convirtió
en capitán. Ambos cruzaron las mares, llegaron a ciudades y pueblos costeros y
llevaron a todas partes el mensaje de humanidad, de respeto, de comprensión, de
diversidad. Una familia amada que acompañaría la Argo en sus viajes durante
muchos, muchos años, era la familia de María y Spyros. Este barco pequeño era
realmente un gran misterio, como si estuviera vivo, como si hubiera alma, fue
amado y envió su mensaje muy, muy lejos. Ciertamente era especial, porque en su
interior tenía algo del alma de todas las personas que lo amaban, de la promesa
de humanidad que todos dieron em frente a él.
A Eleftheria
Roussou, la maestra que con su pasión y con su amor adornaba las vidas de los
niños.
A Andreas
Giannopoulos y a su padre, porque abrazaron a todos los niños con su sonrisa.
Al inolvidable
Christos Vlachos, presidente de "Pisti", a Christina Lazaridou y a Mary
Gramaticaci, que me animó a hacer realidad el sueño del barco.
A todos los
niños de escuelas especiales. A sus profesores y sus trabajadores.
A todas las
Aldeas Infantiles SOS y su inolvidable fundador Hermann Gmeiner.
A Marcos, a que
deseo que, cuando crezca, se haga como Spyros.
Mis
agradecimientos especiales a la directora de la escuela primaria especial de Salónica
para niños con autismo, señora Alexandra Evangelou por la información que me
proporcionó y su apoyo total por la realización del sueño que surgió a través
de esta historia. Nuestro sueño es la colocación del barco navideño de la plaza
Aristotelous en una plaza de Salónica y su decoración durante todo el año con
obras infantiles sobre el tema de todo tipo de diversidad y su convivencia
armoniosa, en una sociedad que respeta y enseña la diversidad. Este sueño pasa
por todas las escuelas y necesita el apoyo de todos nuestros profesores. Nuestro
barco simbolizará el viaje de la diversidad infantil, el viaje de la solidaridad,
el viaje hacia un mundo mejor, un mañana mejor.
Un
grande agradecimiento a Despina Karypidou, escolta de la escuela primaria especial
de Tesalónica por niños con autismo.
Mis
más agradecimientos sinceros a mi gran amigo Dinos Papaspyrou que una vez más
embelleció el cuento con sus pinturas maravillosas. Y sobre todos quiero agradecer
desde el fondo de mi corazón al pintor Tasos Efthymiadis, que en abril de 2019
diseñó el barco pequeño que amaba en Navidad después leyendo mi cuento.
Pinturas:
Dinos Papaspyrou,
1. VIAJE DE
SALÓNICA-81, Velero en Thermaikos, tempera, 39Χ29 cm., 2013, Cód. 1101
2. PAISAJES - 227,
ROCAS EN LA NIEBLA
3. PAISAJES - 12,
Almendro
4. PAISAJES – 179,
Paisaje de Halkidiki, tempera, 12Χ12 cm., 2011
5. MUJER - 16, Myrto
frente al mar, tempera, 30Χ21,5 cm., 2012, Código. 980 (sección de la tabla) Tasos
Efthymiadis,
6. El barco pequeño que
amaba la Navidad 80X90 cm. Espátula
acrílica 2019
Abril de 2014
Α. D.Ε. VALMAS
Tradducciòn en
español Petros Vitopoulos. Diciembre 2020.